La última gran operación de la Armada es un relato con tres orígenes. El primero está en el puerto de Adén (Yemen), de donde partió el matrimonio francés Colombo, rumbo a Tailandia, para continuar con su vuelta al mundo a bordo de un catamarán. Habían iniciado este proyecto a fines de 2008, cuando vendieron todas sus pertenencias en pos de este sueño, según Le Figaro. Christian, de 55 años, miembro retirado de la marina gala, conocía el enorme peligro de las aguas en las que se adentraba. Ambos narraban su peripecia en un blog.
El segundo foco es la piratería somalí, un tipo criminalidad en continuo crecimiento. Si en 2005 apenas se registraron 35 ataques, sólo en enero de este año ya superaron esa cifra. En el último lustro se ha multiplicado exponencialmente su radio de acción, así como la duración de sus secuestros y el coste exigido por los rescates.
Y el tercer punto de partida es Rota, de donde zarparon el pasado 19 de agosto los 235 efectivos de la dotación del buque de asalto-anfibio 'Galicia', comandados por el capitán de navío Cornago. Su misión: incorporase a la 'Operación Atalanta' de la Unión Europea en aguas del Índico.
Hace hoy justo una semana se entrecruzó el destino de todos ellos, cuando los piratas somalíes atacaron el 'Tribal Kat' (así se llamaba el catamarán del matrimonio francés), que se encontraba a más de 200 kilómetros de Adén. Los asaltaron a bordo de un esquife y asesinaron a Christian Colombo, que intentaba proteger a Evelyn, su esposa, a quien posteriormente secuestraron. Ese mismo día, la fragata alemana FGS Bayern descubrió el barco abandonado, dañado por las balas y con manchas de sangre. Habían arrojado al mar el cuerpo del infortunado ciudadano francés.
Transcurrieron en torno a 48 horas hasta que el buque anfibio Galicia pudo iniciar la operación de rescate (el pasado sábado), al detectar los movimientos del esquife en su radar. Tras localizarlo, uno de sus dos helicópteros SH3D (un aparato muy veterano, con más edad y batallas que sus pilotos), despegaba para reconocer la embarcación desde el aire, con un equipo de la Fuerza de Guerra Naval Especial (los ‘navy seal’ españoles) a bordo.
Momento crítico Llega así el punto clave de la operación. Los piratas disparan al helicóptero. Los efectivos españoles se defienden y abren fuego desde la aeronave, pero con un objetivo claro: neutralizar el motor que impulsa el bote de los somalíes. Y lo logran. Pero los secuestradores colocan un propulsor de repuesto.
El soldado repite la operación y alcanza, de nuevo, el motor del esquife. Certeros disparos al blanco que requieren de una extraordinaria habilidad y un equipamiento de última tecnología (se valieron para ello de visores especiales). La coordinación entre el encargado de disparar y el piloto es extraordinaria.
Éste logra situar al tirador en una posición adecuada y mantiene el aparato, a su vez, fuera del alcance del enemigo. “Hacer esta maniobra con éxito, bajo la presión con la que actúan hoy las fuerzas armadas, con el movimiento del esquife al superar las olas y la oscilación del propio helicóptero, requiere una enorme pericia y muchas horas de esfuerzo y entrenamiento”, apuntan fuentes de la Armada.
Los piratas habían ocultado a Evelyn Colombo bajo una manta. Cuando llegaron los españoles, sus captores la levantaron y amenazaron con dispararle. Las fuerzas armadas españolas hunden el esquife y una de las lanchas auxiliares del Galicia libera a la ciudadana gala y apresa a los siete piratas, tres de los cuales estaban heridos. Así culminó una de las operaciones de rescate más brillantes en aguas del Índico.
Con cinco días de retraso, la ministra de Defensa, Carme Chacón, iba a ofrecer hoy públicamente los detalles del rescate en una videoconferencia con el comandante del buque Galicia, el del Infanta Cristina y el jefe del destacamento aéreo Orión. Sin embargo, el secuestro ayer de cinco españoles a bordo de un petrolero cerca de Togo le ha llevado a cancelar el encuentro para evitar así dar explicaciones sobre el nuevo ataque pirata.
Consecuencias Pero más allá de la acción, este éxito puede tener otras consecuencias de cara al futuro. “Se ha demostrado que hay que darle más confianza a las Fuerzas Armadas, porque están entrenadas y capacitadas para resolver estas situaciones”, afirma Ángel Tafalla, almirante retirado, ex segundo jefe del Estado Mayor de la Armada y del Mando Marítimo OTAN de Europa Sur hasta el 2007. Y Añade: “Si hubiera salido mal, que es algo que nunca puede descartarse, el apoyo y la confianza debería ser la misma”.
El marino contrapone la operación de la pasada semana con la actuación en el secuestro del Alakrana, cuando la dotación del helicóptero de la Armada no pudo impedir la huida del último esquife del atunero vasco, ya que sólo tenía autorizado fuego intimidatorio, pero nunca a dar, pues había miedo de que pudieran ser acusados de homicidio. “Hay que actuar para preservar el bien de todos, no el de unos pocos… y en este caso, en contraste con lo ocurrido en 2009, las órdenes han sido las adecuadas”.
La diferencia de raíz está, según Tafalla, en que “ahora no se ha tratado a la Armada en el Índico como si su función fuese la del cuerpo de policía, sino como a soldados, es decir, con el objetivo básico de neutralizar al enemigo”.
En paralelo, el experto considera que con la entrega de los secuestradores a Francia se avanzará hacia el fin de “las limitaciones legalistas que tanto lastran la eficacia militar de las operaciones antipiratería”. En numerosas ocasiones los piratas son devueltos a Somalia tras ser capturados. Ahora “han sido entregados a la justicia francesa donde está asegurado el debido procesamiento y condena, tanto por secuestro como por el asesinato de un ciudadano francés”.
Pero de cara al futuro, Tafalla cree que hay que forjar una alianza internacional que pueda eliminar definitivamente la impunidad con la que actúan los piratas. “No sería la primera vez que ocurra en la historia, las naciones deben coaligarse para garantizar la libertad de tránsito en los mares”.
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